VIVIENDO EN TU CUERPO

Cierra la mano en puño.
Ábrela lentamente hasta extender los dedos al máximo.
Vuelve a cerrarlos.
¿Cuándo estás así contraído?
Comienza a abrir suavemente, sintiendo cómo se expanden tus dedos.
¿En qué momentos te sientes abierto y amplio?
Permite que la mano se relaje. Notarás que queda en una posición intermedia.
Permite que la armonía se instale en ti.


¿Sientes la diferencia de tonicidad de tus músculos en cada instancia? Si estás acostado, descansando, tu tonicidad será baja, ya que no estás realizando ninguna actividad; si te tuvieras que levantar rápidamente por una emergencia, tu tono cambiaría bruscamente hacia uno alto, a fin de proporcionarte la tensión necesaria.

La tonicidad cambia en cada actividad y también en cada estado de ánimo (como la respiración, ¿te diste cuenta?). No es lo mismo caminar cuando estás entusiasmado, que cuando estás deprimido o cansado.

Idealmente, el tono debería ser flexible, para permitirte pasar por toda la escala de sentimientos y volver a tu tono habitual. Pero, al igual que la respiración, el equilibrio de tu tono general se rompió reiteradamente en tu infancia, debido a distintas experiencias, y quedó fijado en uno hipertónico (alto) o hipotónico (bajo).

Un individuo hipertónico tiene tendencia a hacer con el cuerpo más de lo necesario, a tensarse en cada actitud o movimiento más de lo útil.
Un hipotónico está con un tono inferior al normal, por lo que propende a arrastrar un cuerpo pesado y pasivo.
Estos son dos extremos del arco, con gradaciones diferentes para cada persona.
¿Con cuál te identificas más?

¿Para qué te sirve saber cuál es tu tono?
Porque, como te habrás dado cuenta, éste expresa tu relación contigo, con lo que haces y con el entorno. ¿Cómo?


Si eres hipertónico, pareces estar siempre “en la lucha”, haciendo esfuerzos excesivos para conseguir tus objetivos.
Si eres hipotónico, pareces haber abandonado toda posibilidad, esforzándote también para poder moverte hacia una meta.
En síntesis, la falta de conciencia y de flexibilidad de la tonicidad produce una difusa sensación de lucha contra el mundo, de exigencia y disconformidad contigo mismo y los otros y de falta de sostén y contención.


¿Por qué? Porque el tono está relacionado con el CONTACTO.
Estar en contacto con un objeto o sujeto es ir hacia él, comunicarse. Sería parecido a “fundirse”, sin perderse en él. Seguramente, lo habrás observado entre un músico y su instrumento o lo habrás sentido cuando está consustanciado con un objeto o una persona a la que ama.

• En este momento, es probable que estés leyendo sentado en una silla. En un nivel inconciente, tú sabes que la silla existe y que tu cuerpo está tocándola, pero, si estás muy concentrado en la lectura o estás contracturado, es como si estuvieras literalmente sosteniendo tu cuerpo en el aire.
• Al terminar de leer este párrafo, cierra los ojos y haz lo siguiente: toma unas cuantas respiraciones profundas e imagina que tomas contacto con la silla, que los límites entre ella y tu cuerpo se desdibujan y los dos se comunican. Te dejas sostener por la silla. Hazlo ahora. ¿Puedes notar la diferencia?


ESTAR EN CONTACTO CON EL MUNDO ES DEJARTE SOSTENER POR EL.
ESTAR EN CONTACTO CON LA VIDA ES SENTIRTE CONTENIDO POR ELLA. ES CONFIAR.


¿Cuál es el sostén de tu cuerpo? EL ESQUELETO.
¿Cuáles son los soportes externos de tu cuerpo? Todo lo que tocas, los lugares o las personas en los que te apoyas.


¿Cómo incorporar esto a la vida diaria?

PARA VIVENCIAR

• Si estás parado, descarga el peso a la Tierra (que te sustenta y nutre), siente la estructura del esqueleto sosteniéndote y deja que los músculos caigan por el propio peso de la gravedad hacia abajo.

• Si estás sentado o descansando, percibe los lugares en donde tu cuerpo se apoya y suéltate en cada exhalación (nunca olvides la respiración). SIEMPRE TOMA NOTA DE TUS PUNTOS DE APOYO.

• Si realizas cualquier actividad, siente que la haces desde tus huesos (no desde los músculos): imagina la acción desde los huesos involucrados y usa sólo la fuerza necesaria (no más). Algunos ejemplos: quizás, tiendes a apretar excesivamente el lápiz para escribir o el picaporte de la puerta para abrirla o un cuchillo para cortar la comida. NO ES NECESARIO TANTA INTENSIDAD.

• Quizás, al contrario, te sientes pesado y apenas tienes fuerza para hacer algo. Igualmente, realizar las cosas desde los huesos aligerará tu tonicidad. Toma nota de tu pauta respiratoria, porque probablemente también sea “lenta y pesada”. Ejercita la práctica de la Lección anterior con constancia.

• Si compartes una actividad con alguien (como empujar un mueble o levantar un peso), pónganse de acuerdo para hacerlo desde estas premisas: empujando el suelo con los pies, el objeto con los brazos, exhalando en el momento del esfuerzo (o respirando concientemente) y usando sólo la intensidad adecuada.



¿PARA QUE HACERLO?
La forma en que haces las cosas es consecuencia de tu actitud interna, de lo que piensas y sientes acerca de la vida. Comienza por cambiar las maneras y, poco a poco, irás transformando tu actitud y dándote cuenta de que llevas esta concepción de esfuerzo excesivo hacia todas las áreas de tu vida, privándote de hacerlas con placer y entusiasmo. Comienza a observar y te llevarás muchísimas sorpresas.

La conciencia de los soportes físicos (el suelo, la silla, la Tierra), ¿te hace tomar conciencia de que también tienes soportes mentales (tus ideales, tu apertura, tu capacidad de aprender y crecer), emocionales (tu autovaloración, tu coraje, tu amor), intelectuales (tus estudios, tus conocimientos), laborales (tus experiencias en distintos trabajos), familiares y amistosos, espirituales (tus creencias, tu conexión con la Vida y Dios), de todo tipo?

¿Los tienes en cuenta o crees que estás solo, sin recursos, frente a los acontecimientos? Por sobre todo, ¿tomas conciencia de que la Vida, expresada de mil maneras, te sostiene continuamente?

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